domingo, 2 de octubre de 2016

Alcalá de Henares, again


Vuelvo a Alcalá de Henares como turista después de mucho tiempo. En realidad nunca he dejado del todo la ciudad, por una causa u otra de vez en cuando la he visitado, incluso ahora trabajo de nuevo en ella, pero fue ayer cuando tuve la sensación de ser un turista, o un ex vecino de la misma que la recorre un sábado por la tarde dando una vuelta. 
Lo primero que me sorprendió es que hay mucha gente por el centro, o mucha más de la que yo recordaba. Entre que toda la calle mayor porticada está llena de terrazas, y que se mezclan turistas (cuidado cuando nos convertimos en hordas... somos peligrosos... y maleducados) con gente endomingada de sábado por la tarde, el resultado es masivo, que puede tener su gracia, pero también agobiar.
Lo que no me sorprendió, y me sigue encantando, es que siempre hay sorpresas. Descubrí una iglesia dedicada a San Lorenzo junto al Hospital de Antezana, que mantiene su función desde el siglo XV.

La iglesia es muy estrecha, con una capillita con cúpula fascinante, con pinturas en torno al santo titular más que destacables y perdidas en el tiempo, y con una sensación general de entrar en otro tiempo que en Alcalá, en muchos lugares, todavía se da. En el Hospital de Antezana también, hasta que una horda turística te recuerda, al golpearte, que tú no estás en el grupo y por lo tanto te has de quitar de enmedio, según su criterio, claro.
Menos mal que quedan los atardeceres con una luz muy especial...
Y menos mal que quedan Cervantes y el Quijote. Más o menos inventados, más o menos interpretados, más o menos utilizados... pero ¿qué más da?


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